El Hiperrealismo La ilusión de la realidad

Un poco de historia

El hiperrealismo surgió a finales de la década de 1960 en Estados Unidos y ha sido frecuentemente definido como realismo fotográfico, superrealismo e hiperrealismo. Cito textualmente algunas fuentes de consulta que aseveran que “El hiperrealismo surgió íntimamente relacionado con el  arte pop  de principios de la década de 1960 al recoger el gusto por los temas referentes a una sociedad de consumo y al incorporar en la obra un cierto tono de ironía. Su carácter definitorio vino dado por la traducción literal y fotográfica de la realidad” (Enciclopedia Salvat de historia del arte).

Los temas del hiperrealismo

Los temas principales de los pintores hiperrealistas o fotorrealistas fueron paisajes urbanos, escaparates, automóviles, motocicletas y demás objetos de consumo. Algunos de los artistas más memorables de esta época fueron John Salt, Robert Bechtle, Ralph Goings, Malcolm Morley o Don Eddy. Sus obras estaban basadas en fotografías que después reproducían fielmente y de una manera extraordinariamente meticulosa. 

Richard Estes

Una de  las cosas que uno puede fácilmente notar en lo que al hiperrealismo se refiere es el hecho de que durante los últimos treinta años ha quedado relegado a un segundo plano, solapado por la pintura abstracta.

Su auge se ha ido poco a poco atenuando hasta ser rebajado a arte menor,  en comparación con el estilo abstracto. De hecho, pocos críticos se han dignado hablar del hiperrealismo, y los que lo han hecho, han manifestado la opinión de que la tendencia es fría e impersonal, de que los artistas se limitan a reproducir con exagerada fidelidad, aunque a mano, las fotografías que han captado mediante su cámara fotográfica. A pesar de eso, numerosos críticos de arte reconocen el valor del fotorrealismo, reconociendo que los buenos pintores hiperrealistas tienen un talento que sobrepasa cualquier crítica.

(Panorama de la peinture hyperréaliste, HYPERREALISM.net)

Candy – Doug Bloodworth
Dazzling Dozen - Charles Bell

Rasgos identificativos del hiperrealismo

Uno de los rasgos identificativos de la pintura hiperrealista es el acabado limpio y cuidado de las obras, cuyos artistas se esfuerzan por reproducir de una forma exacta y meticulosa, tanto en lo que respecta a la forma, como a la luz y al color. Otro de los rasgos identificativos es el esfuerzo que hace el artista por no dejar rastro alguno del pincel, siendo este detalle, de hecho, uno de los aspectos más frecuentemente comentados en las exposiciones de pintura hiperrealista. Una tercera característica es la representación de los motivos en el plano detalle a gran escala, con lo que se consigue un cierto nivel de abstracción, teniendo en cuenta que se separa el motivo de su entorno.

Presente y futuro del arte hiperrealista

La pintura realista ha sobrevivido en un entorno dominado por el arte abstracto, algo perfectamente demostrable a tenor de la gran cantidad de artistas contemporáneos que se dedican a este estilo. En cuanto al hiperrealismo, este se sigue consolidando, ya que la mayoría de los artistas que iniciaron este movimiento artístico han seguido trabajando, enriqueciendo y diversificando sus obras, y a éstos nos hemos agregado  nuevas generaciones de artistas (Panorama de la peinture hyperréaliste, HYPERREALISM.net). Podemos decir por lo tanto, que el hiperrealismo, no sólo no ha desaparecido, sino que ha ido mejorando y evolucionando, gracias a la valiosa aportación de nuevas generaciones de talentosos artistas (A la derecha “Ceremonia” 100 x 100 cm Óleo sobre acrílico sobre lienzo – Obra disponible).

Obra de Paco Yuste

Durante todo el tiempo en que la pintura abstracta ha prevalecido y dominado el panorama artístico, hemos podido contemplar de todo. Algunas de las más incalificables muestras de absoluta abstracción, han llegado incluso a ser vendidas por sumas exorbitantes a merced de una fuerte especulación. Pero parece que el tiempo coloca las cosas en su sitio, actuando como filtro, y ayudando a emerger aquella pintura que no necesita de especulación para ser valorada. Este es el caso de la pintura realista o hiperrealista. Algunos críticos señalan que son obras frías e impersonales desprovistas de subjetividad. ¿Qué hay de cierto en esas afirmaciones? En primer lugar, y antes de la realización de cualquier obra, los pintores hiperrealistas concebimos una idea que llevará a la creación de la obra. Para la ejecución de la misma tomamos nuestras  propias fotos, y aquí, sin lugar a dudas, nuestra personalidad  juega un papel muy importante, ya que debemos tomar decisiones en cuanto al motivo, iluminación, composición y colores, como lo hace un fotógrafo (y a este respecto nadie duda que la calidez o frialdad en el arte de la fotografía no depende de la cámara sino del fotógrafo). Además, muchos pintores modificamos la foto durante el proceso de  ejecución, a veces eliminando detalles que no deseamos que aparezcan, en otras ocasiones agregando elementos, pequeños detalles que le dan vida a la obra y que están estrechamente relacionados con nuestra personalidad y nuestras vivencias, o con el objetivo de comunicar un mensaje al observador. En segundo lugar, hay que tener en cuenta que un lienzo no es una foto y que el hecho de tener que dedicarle mucho tiempo en la factura de la obra hace que esta al final se impregne de la personalidad del artista (Panorama de la peinture hyperréaliste, HYPERREALISM.net ). Al final, el hecho de que unos artistas seamos más meticulosos que otros en la ejecución, que unos prefiramos que se vean las pinceladas más que otros, junto con la gran variedad de temas y composiciones de preferencia de cada creador, hace que las obras de cada uno de nosotros estén muy diferenciadas y resulten mucho más cálidas de lo que a primera vista pudieran parecer. 

Hiperrealismo - David Parrish

Así, como ya he mencionado, cada artista tiene su sello de identidad, que a veces es evidente, pero que a veces hay que rebuscar. Algunos de los detalles más minuciosos de las obras, como buscar una iluminación particular, unas gotas de agua en el pétalo de una flor, un reflejo o un rayo de luz descompuesto en sus colores cuando atraviesa un cristal etc. hacen que un observador se estremezca ante tal ilusión óptica creada. Si al mismo tiempo la obra tiene un mensaje subliminal o alegórico, implícito o no, entonces el observador no puede menos que quedar maravillado. Aunque algunos pudieran pensar que esto es una exageración, en realidad no es más que el fruto de la observación durante la mayoría  de las exposiciones de este estilo de arte. El hiperrealismo es también una muestra de lo que el esfuerzo humano y el espíritu de superación, junto con un trabajo incansable, pueden llegar a conseguir. En definitiva diré que son muchos los que se dejan seducir por las imágenes deslumbrantes e ilusionistas de las obras de arte hiperrealistas.

Todos los artistas, y en especial (al menos desde mi punto de vista) los artistas realistas e hiperrealistas, somos sensibles a la belleza que nos rodea, y como tal, nos gusta plasmarla tal y como es. Es un modo de reivindicar lo natural, lo bello, de transmitir nuestros sentimientos y hacer que otros participen con nosotros en esa experiencia. Y aunque lo cierto es que ninguna imagen –ya sea fotográfica o pictórica-, supera la realidad, sí crea una ilusión.

A la derecha: Paco Yuste – Transparencias, lus y color 7 – 60 x 92 cm
Óleo sobre acrílico sobre lienzo de lino

El hiperrealismo y las nuevas tecnologías

Allá en los años 60, cuando comenzaron a crearse las primeras obras hiperrealistas, los artistas utilizaban sus cámaras para tomar las imágenes que luego plasmaban a mano en sus lienzos. Crear bocetos a partir de esas imágenes para hacerse una idea del resultado era laborioso. Sin embargo,  hoy las cosas han cambiado enormemente. Actualmente, los artistas disponemos de cámaras digitales para la toma de las fotografías, así como de sofisticados programas, como PhotoShop,  para realizar fotomontajes y retoques. Evidentemente, estos programas de ordenador le sirven al artista  para desarrollar las ideas, depurarlas  y realizar bocetos previos, no para la factura de la obra en sí misma,  ya que de otro modo su trabajo entraría dentro de la categoría del fotomontaje o arte digital. La obra final se lleva a cabo pintándola a mano sobre el lienzo, tabla, o cualquier otro soporte. Así pues, la incorporación de estos nuevos recursos abre nuevos horizontes para los artistas hiperrealistas o fotorrealistas (preciso decir que algunos críticos recalcan las diferencias entre hiperrealismo y fotorrealismo, argumentando que el primero se encuentra en un nivel superior) lo que garantizará el avance y enriquecimiento del hiperrealismo en épocas venideras.

Deseo dedicar este escrito a los grandes desconocedores de esta tendencia artística, y a quienes se inician en ella, en defensa del realismo en su más alto nivel, el superrealismo.

Paco Yuste

Paco Yuste (2009). Hiperrealismo: La ilusión de la realidad. LLEI D’ART “La Revista de Arte Independiente”. Núm. 3. Págs. 81-83. Lleida (España)

 

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